El planeta al pizarrón
Padre Hugo Tagle @HugoTagle
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Padre Hugo Tagle
Se cumplieron cinco años de la encíclica Laudato Sí, sobre el cuidado de la creación. Permite un balance; evaluar las iniciativas y esfuerzos realizados por la humanidad para cuidar la casa común. Paradojal e irónico, pero el Covid ha regalado al mundo un cierto alivio, bajando las concentraciones de CO2 y disminuyendo la contaminación en las grandes ciudades, incluidas Santiago. Pero no podemos esperar pandemias para que el planeta respire.
Con motivo del aniversario, el Papa Francisco recordó la urgencia por adoptar una ecología humana integral y nuevos estilos de vida que permitan a la humanidad seguir viviendo en este planeta –el único que tenemos– por muchos siglos más.
“Esta casa que nos acoge sufre las heridas que provocamos por una actitud depredadora, que nos hace sentir dueños del planeta y de sus recursos, y nos autoriza a un uso irresponsable de los bienes que Dios nos ha dado”, señaló el Papa. Además, dice, “hoy estas heridas se manifiestan dramáticamente en una crisis ecológica sin precedentes que afecta al suelo, al aire, al agua y al ecosistema en el que viven los seres humanos” y la actual pandemia ha sacado a la luz de forma aún más contundente el clamor de la naturaleza y el de los pobres, que son los que más sufren las consecuencias.
En efecto, “necesitamos un nuevo enfoque ecológico que transforme nuestra forma de habitar el mundo, nuestros estilos de vida, nuestra relación con los recursos de la Tierra y, en general, nuestra forma de ver al hombre y de vivir la vida”. Se requiere el cultivo de una administración de la casa común que involucre no sólo las cuestiones ambientales, sino al hombre en su totalidad.
La encíclica nos hace la pregunta: “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a nuestros niños y jóvenes?”. Solo superando una visión cortoplacista y egoísta, pensando realmente en el futuro, se logrará volver al plan original de Dios: la creación al servicio del hombre.
Sí hay que destacar las buenas campañas de reciclaje, el menor uso de plástico de un solo uso, ahorro de energía y agua, cuidado de los alimentos, etc. Pero no basta. Urge un estilo de vida y una sociedad eco-sostenibles. “De las manos de Dios hemos recibido un jardín; no podemos dejar un desierto a nuestros hijos”, señala Francisco.
La mayoría de los constituyentes ha manifestado el anhelo de una “Constitución verde”, que potencie una “economía circular”, donde la creación de riqueza vaya de la mano de un desarrollo humano amigable con el entorno. Hay esperanza. Cada gesto vale. Los grandes ganadores somos nosotros mismos.